Cuatro de cada diez ríos españoles no cumplen con los criterios de calidad del agua potable suministro contienen cierto grado de contaminantes químicos causantes de problemas de salud, que pueden evitarse. Las actividades que provocan contaminación incluyen el la sequía, la agricultura intensiva y los vertidos industriales.
Dado que el 100% de la población recibe el agua potable del suministro municipal, debemos identificar los riesgos para poder garantizar un agua potable segura. Las plantas de tratamiento de agua desinfectan el agua con cloro, luz ultravioleta u ozono para eliminar enfermedades transmitidas por el agua, como el E. coli, sin embargo, no siempre eliminan todos los contaminantes químicos conocidos.
Las 4 causas más frecuentes de contaminación del agua
Las causas más frecuentes de contaminación de nuestras fuentes de recursos hídricos comprenden desde los residuos químicos utilizados en la agricultura intensiva, pasando por un exceso de contaminantes procedentes de las ciudades, el cambio climático y el agotamiento de los recursos naturales del planeta de la mano del hombre.
1. Residuos derivados de la agricultura
La lluvia o la nieve no siempre se absorben a través del suelo, sino que a menudo va a parar a arroyos, ríos y lagos, o se filtra a través del suelo o de grietas en rocas hacia capas subterráneas de la tierra. Esta agua se conoce como escorrentía y puede contener contaminantes. Si la escorrentía pasa por encima de una granja, puede que contenga pesticidas, fertilizantes y despojos animales, y se convierte en una escorrentía agrícola. La escorrentía agrícola aparece cuando el exceso de agua de lluvia o procedente del deshielo hace que el agua fluya a través de la superficie del suelo y se dirija a las vías fluviales.
La escorrentía agrícola a menudo penetra en las fuentes de agua superficiales mezclando las sustancias químicas que ha ido acumulando durante su trayecto con el agua de acuíferos, lagos o ríos, por lo que se convierte en la principal causa de contaminación de ríos y lagos, provocando que esa contaminación se transporte junto con el resto de agua hasta las plantas depuradoras de agua en las que estas aguas se tratan con diversos métodos para alcanzar los niveles idóneos de calidad del agua.
2. El cambio climático
El cambio climático tiene unos efectos nefastos para el ecosistema. Y especialmente para el agua dulce del planeta. Estos efectos los estamos sufriendo en primera persona ya que España sufre desde hace años de un aumento de las temperaturas medias, concretamente desde 1970 cada década es más cálida que la anterior, señalado el quinquenio entre 2015 y 2019 como el más cálido registrado. Este aumento de la temperatura altera las estaciones yprovoca temporadas intermitentes de sequía y falta de agua. Naturalmente Este fenómeno impacta de forma negativa sobre los recursos naturales.
En el caso del agua natural, el aumento de las temperaturas provoca una reducción del oxígeno y acidifica la composición del agua, provocando un gran perjuicio sobre el ecosistema marino, ya que algunas floraciones de algas se vuelven más tóxicas y ponen en peligro los organismos del mundo marino. Cuanto mayor efecto tiene el cambio climático sobre el agua, mayores son las cepas productoras de toxinas de cianobacterias en las floraciones de algas nocivas. Así mismo, este cambio favorece el aumento de los procesos de drenaje ácido natural, que implica un mayor número de metales y metaloides tóxicos en el agua dulce que sin el tratamiento adecuado pueden tener consecuencias severas sobre la salud de las personas.
3. Los vertidos industriales y urbanos
La escorrentía urbana e industrial es agua de lluvia que fluye a través de carreteras, obras de construcción y fábricas, transportando contaminantes desde las áreas construidas a las vías fluviales cercanas. La mayoría de las áreas desarrolladas disponen de sistemas de desagüe de las aguas pluviales que canalizan el agua de lluvia lejos de los edificios a través de cañerías desagües. Estos sistemas ayudan a reducir las inundaciones localizadas y evitan la erosión, pero también pueden transportar contaminantes de las carreteras, productos químicos de los vehículos, pesticidas y fertilizantes de los jardines y huertos, y bacterias de las de aguas residuales directamente a las vías fluviales locales. Por estos motivos, la escorrentía urbana e industrial resulta una fuente importante de contaminación para arroyos, lagos, ríos y embalses. Cualquier persona que beba agua de un pozo, o viva o trabaje cerca de posibles escorrentías urbanas o industriales podría estar en riesgo.
Estudios recientes incluso han demostrado que los PFA y PFO, unas sustancias perfluoradas fabricadas por el hombre, no degradables, y usadas para la industria desde los años 40 del siglo pasado, están presentes en los productos más corrientes como telas, cajas de pizzas, algunos alimentos o incluso el agua potable. Por ello se han realizado estudios de la concentración de PFOs en sangre de la población española comprobar el alcance de estas sustancias en la salud de las personas, revelando unos sorprendentes resultados.
4. La deforestación
La deforestación es otro fenómeno que está causando estragos sobre el medio ambiente y concretamente sobre el agua del planeta. La deforestación es el proceso de destrucción de los bosques del planeta, cuya mayor consecuencia es la desertificación. Además de ser el pulmón del planeta y reducir el impacto del CO2 sobre el medio ambiente, los bosques son fundamentales para regular el clima y mantener el ciclo del agua, ya que almacenan gran cantidad de H20 en los árboles, en el suelo y en la materia orgánica en descomposición.
En las temporadas de lluvia absorben el exceso de agua para evitar inundaciones y posteriormente liberan lenta y paulatinamente el agua y la humedad acumulada, elevando de este modo la presión del aire en la atmósfera hasta que esta situación se revierte y llueve, por este motivo se atribuye el nombre de “esponja” a los bosques. Se calcula que un 75% de los recursos mundiales de agua dulce provienen de las cuencas o humedales forestales. De este modocontribuyen a recargar las fuentes de agua subterráneas que alimentan acuíferos, lagos y ríos y de este modo podemos disfrutar de agua en las estaciones más secas.
La deforestación, además provoca que el agua pase por la superficie sin infiltrarse en las capas superficiales del suelo. Sin esa infiltración el suelo se erosiona y pierde nutrientes, erosionando cada vez más el terreno. En España, existe un clima muy seco en la época veraniega que propicia la aparición de incendios, estos cada año se encargan de destruir una vasta zona boscosa que tarda muchos años en recuperarse, de ahí que hayan aparecido numerosas iniciativas para reforestar las zonas desertificadas.